Impacto económico de los desastres naturales
Desde lo sucedido en Texas, EE.UU. por el Huracán Harvey y en las Islas del Caribe por Irma, se ha puesto en la palestra pública discusiones sobre el impacto social y económico que ocasionan los desastres naturales a las personas, familias y negocios. Ambos fenómenos meteorológicos se caracterizaron los grandes daños económicos, físicos y humanos en las zonas donde arribaron. Firmas como la Risk Management Solutions (RMS) estiman que las pérdidas generadas por el huracán Harvey en EE.UU. que estarían cubiertas por seguros ascienden entre US$ 25 billones a US$ 35 billones. El daño económico total de este huracán en ese país, incluyendo las pérdidas no aseguradas, estaría en un rango entre US$ 70 billones y US$ 90 billones. Paralelamente, la firma AIR Worldwide estima que Irma puede causar daños entre US$ 15 billones a US$ 50 billones de pérdidas no aseguradas, y en el Caribe puede llegar hasta los US$ 65 billones[1][2].
Sin embargo, los daños ocasionados por eventos como el huracán Harvey o Irma en países desarrollados no son comprables, en términos relativos, a los producidos en economías pequeñas y/o en desarrollo. Según la literatura el impacto económico de fenómenos naturales, como huracanes, tormentas, terremotos, y otros más, tienen marcadas diferencias para los países desarrollados y en desarrollo. Para los países desarrollados las devastaciones por catástrofes naturales no causan shocks importantes en su nivel de producción, sino más bien, daños directos e indirectos y focalizados en las regiones afectadas[3]. En cambio, para las economías pequeñas y/o en desarrollo cuando suceden estos fenómenos naturales a gran escala, su nivel de actividad económica se ve considerablemente mermada, se incrementa el déficit público, así como, su balanza comercial. Existen otros impactos a largo plazo que dependen del tamaño del evento, de qué tan vulnerable es la economía, y las condiciones económicas y socio políticas al momento del incidente. Es por ello que la inyección de recursos por donaciones y capital es decisiva para acelerar la recuperación económica[4].
Por ejemplo, Huracán Mitch en Honduras (1998) produjo una merma en el sector de agricultura de U$ 1 billón, se calcula que las pérdidas directas fueron de US$ 2 billones que representó aproximadamente un 18% del total del stock de capital. Las pérdidas indirectas se estimaron en unos US$ 1.8 billones adicionales. La economía hondureña cayó en recesión el año siguiente
debido al impacto del evento atmosférico. Al mismo tiempo, en el año 1999 la inversión en infraestructura aumento, y también, los esfuerzos de reconstrucción del stock de capital, lo cual permitió una recuperación en el año 2000[1].
Por otro lado, en el caso de República Dominicana los daños ocasionados por el Huracán Georges (1998) según cálculos de la CEPAL y del Banco Central de la República Dominicana (BCRD) se estimaron en unos RD$30,000 millones, equivalentes a unos US$2,000 millones, en términos de disminución de los stocks (activos) y de pérdidas de flujos (producción) de las actividades económicas. La inflación acumulada en 1998 cerró en 7.82%, como resultado, principalmente, del déficit en la oferta de importantes rubros agrícolas ocasionado por el huracán Georges, el cual propició que el crecimiento de los precios en el último trimestre del año más que duplicara la tasa de inflación acumulada en los primeros nueve meses del año. Es importante destacar que, para ese año la economía dominicana pudo mantener un crecimiento por encima del 7%, pero el BCRD tuvo que flexibilizar su política monetaria luego del huracán, para proveer liquidez necesaria a la economía y facilitar así el proceso de reconstrucción nacional[2]. Esta medida es parecida a la aplicada por la institución monetaria, luego de las vaguadas de final del 2016 que ocasionaron inundaciones en las zonas agrícolas. En Diciembre 2016, el BCRD liberalizó RD$5,066 millones de pesos del encaje legal para facilitar el acceso a crédito a los productores agropecuarios, y también, RD$1,500 millones del encaje para ser canalizados al Banco Agrícola a través del Banco de Reservas[3].
En resumen, las devastaciones por causas naturales tienen un impacto en lo económico, humano y ecológico. En cuanto a los efectos económicos, se pueden generar alteraciones considerables en el ciclo económico del país, especialmente si es una economía pequeña y/o en desarrollo. Es por ello que, las autoridades monetarias y de gobierno deben implementar medidas de control para asegurar un desarrollo normal de la actividad económica post – desastre natural.