Panorama 2025-2029: estabilidad macroeconómica con retos fiscales y externos
El Panorama Macroeconómico 2025-2029, publicado recientemente por el Ministerio de Hacienda y Economía, ofrece señales alentadoras para la República Dominicana. Se proyecta un crecimiento sostenido, inflación controlada y cuentas externas y fiscales manejables. A primera vista, el escenario parece propicio para la inversión y los negocios. Pero la verdadera pregunta es: ¿Será suficiente para impulsar un desarrollo más dinámico y competitivo?
De acuerdo con el informe, el producto interno bruto crecerá en promedio un 4.5 % anual entre 2025 y 2029, ritmo en línea con el potencial histórico del país. El motor estará en sectores como turismo (más de 10 millones de visitantes hacia 2029), zonas francas (exportaciones creciendo alrededor del 6 % anual), construcción (expansión de cerca del 4 % anual) y minería (aportes relevantes en los primeros años por precios internacionales favorables). La inflación, tras años de choques internacionales, convergerá al rango meta del 4 %, ofreciendo un entorno de estabilidad de precios que facilita la planificación empresarial y el acceso al crédito. Sin embargo, esta estabilidad no garantiza, por sí sola, una transformación productiva ni una reducción significativa de brechas sociales.
En el frente externo, el país mantendrá un déficit de cuenta corriente cercano al 3% del PIB en promedio durante 2025-2029, financiado de manera holgada por flujos de inversión extranjera directa que oscilarán entre 3.500 y 4.000 millones de dólares anuales. Las reservas internacionales permanecerán en niveles prudentes, equivalentes a más de cinco meses de importaciones. En el ámbito fiscal, el déficit rondará también el 3 %, mientras que la deuda pública se estabilizará entre el 55 % y el 58 % del PIB. Aun así, la falta de una reforma tributaria limita la capacidad de aumentar el espacio fiscal necesario para invertir en infraestructura, innovación y resiliencia climática.
Las oportunidades sectoriales son evidentes. El turismo se proyecta como uno de los grandes protagonistas, las zonas francas seguirán ganando terreno en fabricación ligera y productos médicos, mientras la construcción avanzará de la mano de proyectos de infraestructura y vivienda. Incluso la minería, con precios internacionales más favorables, promete un aporte creciente. Pero junto a estas oportunidades persisten riesgos: la alta dependencia de materias primas importadas, los efectos del cambio climático sobre el agro y la geopolítica internacional que podrían afectar el comercio y el turismo.
Convertir esa estabilidad en proyectos innovadores, sostenibles y competitivos será el gran reto generacional. La resiliencia frente a riesgos externos, la incorporación de tecnología y la capacidad de integrarse en cadenas de valor globales definirán quiénes lograrán capitalizar este período. En definitiva, el 2025-2029 no es solo un horizonte de crecimiento, sino una invitación a transformar la estabilidad en verdadera prosperidad.